Niño prodigio del ciclismo colombiano, Egan Bernal está llamado a romper todas las barreras de este deporte en su país tras conquistar este domingo en Milán su primer Giro de Italia y sumar a los 24 años su segunda gran vuelta tras el Tour de 2019.
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Cualquiera podría pensar que el chico de Zapaquirá, al norte de Bogotá, nació para ganar. La historia es conocida: comenzó en el ciclomontañismo, con dos medallas mundiales en esta disciplina siendo junior, antes de pasar a la carretera, primero dos años en el equipo italiano de Gianni Savio, antes de fichar en 2018 por la formación más potente del pelotón, el Sky, convertido en el actual Ineos.
"Es el mayor talento que he visto en cuarenta años", estima Savio, descubridor de potenciales estrellas en Sudamérica.
La prueba, el propio Bernal, que a los 22 años logró lo que ningún otro ciclista colombiano (Herrera, Quintana, Urán) había conseguido antes: ganar el Tour de Francia.
Pese a conquistar la cima del ciclismo mundial, Bernal ha sabido mantener la cabeza fría. Su instinto, su carácter respetuoso y su inteligencia analítica le han ayudado a que el éxito no se le haya subido a la cabeza. Se mantiene muy cercano a su familia, a sus padres, a los que ha pedido que dejen de trabajar: su progenitor, Germán, era agente de seguridad, su madre, Flor, era empleada de hogar.
Pero la vida de este antiguo estudiante de periodismo y comunicación (dejó los estudios para centrarse en el ciclismo) ha cambiado radicalmente.
- Un talón de Aquiles -
Primero desde el punto de vista económico, ya que su largo contrato con el Ineos le asegura, según las estimaciones, unos ingresos de unos 2,8 millones de euros (3,4 millones de dólares). Y por supuesto, el cambio también es a nivel deportivo, por todo lo que implica su éxito en el Tour de Francia y las dificultades del año posterior.
"No iba al Tour para ganarlo, yo era el segundo del equipo detrás de (Geraint) Thomas, que era el último vencedor", recordó aún en este Giro, sobre su inesperado éxito en la ronda francesa.
Todo lo contrario que un año después, cuando acudió a la Grande Boucle como líder con plenos poderes del Ineos... y ni siquiera pudo llegar a París, ya que sus recurrentes dolores de espalda le obligaron a retirarse durante las etapas alpinas.
Los mismos dolores que han requerido cuidados diarios por parte de su 'fisio' durante todo el Giro, según desveló él mismo.
La espalda podría ser la 'kryptonita' del ciclista andino, técnicamente muy completo, sin prácticamente puntos débiles, al contrario que la casi mayoría de sus rivales. Y como cualidad adicional, su capacidad de regenerar en alta altitud, por encima de los 2.000 metros, un límite que a los organizadores del Giro de Italia les gusta superar para darle más épica a la carrera.
Su victoria en el Giro, el país que le acogió a su llegada a Europa, le vuelve a colocar en una posición privilegiada en el seno de un equipo con varios líderes potenciales y que mantiene su mentalidad británica pese a que la huella latina es cada vez mayor por la presencia de varias futuras estrellas colombianas (Daniel Martínez, Brandon Rivera, Iván Sosa) y la del ya confirmado pedalista ecuatoriano Richard Carapaz (vencedor de la carrera rosa en 2019).
En el palmarés del Giro, Bernal sucede a su compañero Tao Geoghegan Hart, que en menos de un mes deberá demostrar las expectativas que despierta en el Tour. El colombiano, por su parte, ya ha superado este examen, el más difícil del ciclismo.