El director del Tour de Francia, Christian Prudhomme, no aguantó este miércoles la emoción al presentar la edición 2024 del evento ciclístico más famoso del mundo y espetó en medio del usualmente acartonado acto un sonoro ¡Vive Le Tour! (Viva el Tour), acción que por demás resumió lo que será la legendaria carrera de la camiseta amarilla del año entrante, una muy por fuera del guion acostumbrado.

Primero la partida en Florencia el 29 de junio será un claro desafío al Giro de Italia. Por tercera edición consecutiva (26ª en la historia), el Tour saldrá por fuera de las fronteras de Francia con los Apeninos y Alpes italianos tan acostumbrados al rosa esta vez tiñéndose de amarillo. Y lo serán hasta la cuarta etapa cuando la carrera ingrese en Francia tras atravesar igualmente por San Marino y trepando ese día el gigantesco Galibier, nunca antes ascendido en una jornada tan temprana.

¡Histórico! Tour 2024 no terminará en París

El recorrido de cuatro días en la bota servirá además para homenajear a leyendas italianas del Tour como Gino Bartali (con paso por su museo en Florencia incluido en el recorrido inaugural) y Marco Pantani (cuya tumba está en Cesenatico, ciudad de partida de la segunda jornada). Tras la fase italiana la carrera se adentrará en Francia con todos los radares puestos en las etapas siete y nueve.

La séptima marcará la primera cita con el reloj sobre 25 kilómetros entre Nuits-Saint-Geroges y Gevrey-Chambertin, con una pequeña subida, pero fundamentalmente llana, en la que no se esperarían mayores diferencias. Por su parte, la nueve será la víspera del primer día de descanso y punto culminante de una primera semana que apunta a calcar la montaña de rusa de emociones de este 2023 en el País Vasco.

Los caminos de gravilla sin asfaltar serán los actores principales en la etapa que partirá y finalizará en Troyes (9ª), en otro guiño claro al ciclismo italiano y a la superfamosa Strade Bianche con los viñedos de la Champaña albergando 14 tramos de sterrato para un total de 32,2 kilómetros sobre rutas vitícolas en uno de esos días donde un simple pestañeo puede significar la diferencia entre ganar o perder el Tour.

"Es una forma de romper la monotonía, de evitar que se encadenen etapas planas con final al sprint. No podíamos poner tramos adoquinados, así que hemos acudido a estos caminos sin asfaltar que constituyen la última gran novedad del ciclismo" apuntó Prudhomme igualmente dando visos de la intención del Tour de sumarse a la fiebre mundial del Gravel que en los últimos años se ha tomado el planeta ciclismo por asalto.

Remco Evenepoel y Primoz Roglic, por el Tour

Tras el primer reposo, jornada explosiva en el Macizo Central, con cuatro muros cortos pero muy duros y llegada a Le Lioran con un desnivel medio de casi el 6 %. Jornada para ataques valientes de lejos estilo clásica y apta para emboscadas si no hay planes de ceñirse al libreto y esperar las jornadas pirenaicas de alta montaña del segundo fin se semana. Atención Pogacar.

Los finales en alto de los Pirineos comprenderán el de Saint-Lary-Soulan, a donde se llegará tras haber ascendido el Tourmalet y la Hourquette d'Ancizan, y el infinito Plateau de Beille y sus 15,8 kilómetros al 7,9 % que apuntalaran el cierre de la segunda semana.

La tercera semana verá el regreso del Tour a los Alpes con dos jornadas de media montaña en Superdévouly y Barcelonnette. Pero el plato fuerte alpino será en la etapa 19 con final en Isola 2.000, previo paso por la Bonette, puerto poco conocido al que se llega por una carretera construida exclusivamente para superar los 2.800 metros de altitud y que será la cima Henri Desgragne con homenaje además al recientemente fallecido, Federico Bahamontes, inmortal Águila de Toledo.

La recta final tendrá lugar ya en alrededores de Niza con la etapa 20 finalizando en el Col de la Couillole antes de una crono final (21ª) que traerá a escena más de 30 años después los ocho segundos de Lemond a Fignon en el Tour del 89. Con ascensos a La Turbie (8,1 kilómetros al 5,6 %) y Éze (1,6 kilómetros al 8,1 %) y final en pleno Paseo de los Ingleses, la CRI coronará al rey de la edición 2024. Si leyeron bien, Niza y no París investirá de amarillo al campeón por acción de los Juegos Olímpicos que tendrán su ceremonia inaugural en la ciudad luz tan solo una semana después del final de Le Tour.

El ya bicampeón Jonas Vingegaard acudió con su cara de yo no fui a la ceremonia prometiendo otro duelo de antología con Pogacar, sin embargo, el esloveno podría estar desojando margaritas para el doblete Giro-Vuelta o un Tour que significaría un nuevo capítulo de la espectacular rivalidad deportiva que ha hecho las delicias de los aficionados al ciclismo en los últimos años.

El “pequeño ogro” Remco Evenpoel también estaría analizando con lupa sus opciones tras verse vapuleado por el Jumbo en La Vuelta a España. Otro de los que adornarían el afiche sería Primoz Roglic, ya estrenándose como jefe de filas del Bora-Hansgrohe y soñando con alcanzar por fin el amarillo que le arrebató su compatriota Pogacar en La Planche des Belles Filles. Y los que elegimos creer no perdemos esperanzas en un INEOS-Grenadiers, capitaneado por Carlos Rodríguez y Egan Bernal. Lo pondré entre mis deseos de año nuevo, pero mientras tanto me uno al solitario grito de Prudhomme: ¡Viva el Tour!

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