Lo de Boca Juniors en La Bombonera ganando la Superliga Argentina fue un respiro a la historia, una sacudida a las sombras que parecían no irse de La Boca. El equipo de Miguel Ángel Russo logró coronarse y arrebatarle el título a River Plate, a ese rival de patio que en los últimos años no dejaba arañar ni una migaja de gloria.

A Boca hay que reconocerle la gallardía, la jerarquía y la actitud. El cambio de dirigencia le sentó al club, no solo por la llegada de Russo y el despertar de Carlos Tévez, también por la confianza que dio Juan Román Riquelme desde el palco. El ídolo más grande del equipo, sin experiencia dirigencial, tuvo olfato para poner su proyecto deportivo a cargo del entrenador campeón de Copa Libertadores 2007 y del jugador que, como él, pasó de ser ídolo a casi borrado en La Bombonera.

El equipo azul y oro volvió a gritar, volvió a verse al espejo, ya sin la confusión de ver la historia tan lejos. Ahora la historia está de regreso en La Boca.

¿Qué sigue? Miguel Ángel Russo sabe que hay que dar vuelta a la página y aprovechar el envión para ir por el objetivo esquivo pero tan necesario para el corazón ‘xeneize’: La Copa Libertadores de América.

Russo cuenta con los colombianos Frank Fabra, Sebastián Villa y Jorman Campuzano, todos importantes en el esquema del estratega. El título esta vez tiene sabor colombiano, como cuando Carlos Bianchi dirigía el club con la cuota tricolor de Jorge Bermúdez, ‘Chicho’ Serna y Óscar Córdoba.

“A lo Boca se vive mejor”, dicen los hinchas del xeneize. Y quizá es así, porque las alegrías son contadas, pero infinitas.