Era 1985. Faltaban pocos minutos para que terminara aquel partido. Perú ganaba 2 a 1 y estaba dejando afuera a la selección Argentina de la Copa del Mundo de México que se disputaría un año después en tierra azteca. Hasta que vino una pelota larga para el Kaiser Daniel Passarella. La paró con el pecho y la empalmó con la derecha. El portero Ramón Quiroga apenas la pudo palmotear. Y la pelota bailaba en la línea de gol. Hasta que llegó el Tigre Gareca y la aseguró. Nunca supe a quien le dieron el gol. Casi todos fueron a abrazar a Passarella. Fue el 2 a 2. Y Argentina fue al Mundial. A ese que habría de ganar.
Meses después lo vi a Ricardo Gareca debutar en el Fútbol Profesional Colombiano. Era la noche lluviosa de un miércoles en el estadio Alfonso López. El medico Ochoa Uribe ponía a punto al equipo que habría de buscar un lugar en la final de la Copa Libertadores. Necesitaba darle minutos a su gran incorporación y fue cuando decidió llevarlo a Bucaramanga. Penal empezando el partido y el primero de muchos gritos de gol para el tigre. Ese día hizo 2 y puso el otro en una corrida por izquierda (Algo poco habitual) para asistir a Juan Penagos. América venció 3 a 2 a un Bucaramanga que tenía la fiereza del Negro Miguel Oswaldo González en sus filas.
Llegaba a nuestro futbol uno de los más importantes goleadores de todos los tiempos. Era el pleno éxtasis de la década del ochenta y a nuestro país llegaba lo mejor del sur del continente. Funes en Millonarios. Amaro Nadal en el Cali. Gotardi en Santa Fe. Sapuca en Nacional. Siempre he creído que esa semilla sirvió para fecundar a los goleadores que habrían de nacer en nuestra tierra años después.
Ese plantel de la mecha de 1985 tenía de donde escoger. El Paraguayo Roberto Cabañas, un malabarista del balón que definía con la frialdad de un magnicida. Tony De Avila un diminuto goleador samario que nunca fue inferior a la grandeza. Willington Ortiz en su última etapa. ¿Quien era Willy? Simplemente busquen los partidos de exhibición de las estrellas mundiales de los 70s, y 80s para que se den una idea. Estaba en la línea de los Pelé, Cruyff, Bettega, Maradona, Platiní, Zico.
Pero volvamos al Tigre. Gareca inspiró a los que vendrían luego. Polilla Da SILVA, Pony Maturana, Checho Angulo, Jairo Castillo, Tren Valencia, Julián Tellez. Todos goleadores. Todos campeones. Por eso cuando en el verano de 2019 el DT Guimaraes llegaba al banquillo de la pasión de un pueblo, en su lista de prioridades estaba tener un centrodelantero goleador y con capacidad para entrar en el circuito de juego. Buen cabeceador. Definidor con ambas piernas. Pasador. Fuerte en el juego aéreo defensivo si era del caso.
Estaba en Europa ? Para nada. Hacía las maletas para irse de Junior quizás buscando volver a Bucaramanga. A ese Estadio Alfonso López que se cansó de ver sus goles un año antes. No es casualidad que Gareca hubiese debutado en Colombia 34 años atrás en el mismo campo donde aquel elegido era poco más que el arquitecto del Cañon del Chicamocha.
En América Habían pasado años durísimos con un descenso a la B prolongado por 5 años. Un equipo grande necesita un 9 de categoría. Apenas en los años aciagos asomó el Tecla Farías. Era el tiempo para el mejor del momento en nuestro país. Michael Rangel. Un 9 completo. Con un valor añadido: Siempre hace goles decisivos. Y una referencia caprichosa: NO HACE GOL FEO.
En el camino al título rompió las redes de los más duros adversarios. A Nacional le hizo un gol de Chilena en el Pascual Guerrero en Modo Roberto Cabañas. A Santa Fe le marcó en la misma portería recibiendo una pelota de 50 metros y de espalda al arco para de volea y de zurda empalmar con sangre y hasta la empuñadura su relampagueante florete como lo hubiera dicho el Maestro Andrés Salcedo. Y hubo más.
Michael Rangel tomó la pelota para patear ese penal decisivo ante Alianza. También ante Cali. Y fueron goles. Y el equipo llegó a la final. Y por si fuera poco el destino le tendría un regalo de navidad como ninguno. Anotó el primer gol del último partido de la temporada ante Junior con ese “Tas Tas” de fortuna que hasta Gareca había tenido en 1985 para llevar a su selección al Mundial. Y América fue Campeón. Con un centro delantero que reivindicaba la historia grande del rojo. La 9 del Club América de Cali una vez más había sido llevada con honor.
La pasión de un pueblo vencía a Junior 2 a 0 y era nuevamente Campéon. Y Michael Rangel acababa de homenajear a Gareca. A cabañas. A willington. A polilla Da Silva. A checho. A Julian Tellez.
EL VERDADERO HONOR DE UN GOLEADOR…
El título del América 2019-2 y los goles de Rangel. Lo vivimos juntos en Win Sports…
Inolvidable