Argentina quería ganar un título por su propia alegría, pero más lo ansiaba por él. Este sábado, Lionel Messi lo logró con su propio 'Maracanazo' y como el mejor jugador de la Copa América-2021.

El 10 argentino al fin consiguió el trofeo tan ansiado con su país y un amor antes solo reservado por los suyos para Diego Maradona, con unas ganas de triunfar que le encendieron los pies y lo llevaron hasta la final de la Copa América-2021.  

En el último tramo de su carrera, Argentina se despertó nostálgica a disfrutar del ídolo que, para muchos, perteneció a otros por largo tiempo en suelo europeo. Y lo hizo a tiempo para festejar juntos. 

Después del pitazo final, Messi sonrió con rostro aniñado, alzo el puño en lo alto y se golpeó el pecho. Minutos después, levantó y besó la Copa al frente de sus compañeros.

A los 34 años, y en un romance con la celeste y blanca, Messi llevó a su selección a las condiciones soñadas para el título que buscaba desde que se estrenó con la absoluta hace casi media vida: una final contra Brasil en su templo. El mismo donde en 2014 Alemania le había arrebatado la Copa del Mundo.

Si es más o menos líder, si canta o no el himno, si le pone el pecho a los rivales. Messi diluyó con su madurez personal y deportiva todas las discusiones para volver la atención a lo que importaba: no dejar pasar la oportunidad para ser campeón de América, como las que tuvo en Venezuela-2007, Chile-2015 y EEUU-2016. Y a las que se sumaba Perú-2004, perdida frente a Brasil por una generación anterior.

Para 'Leo', que rompe el molde en todo, la tercera no fue la vencida, fue la cuarta. 

Sabía el astro que la posible satisfacción era del mismo tamaño que la hazaña: Brasil sumaba 2.553 días sin caer en su tierra. Pero se dispuso a ir "por la gloria", por su propio 'Maracanazo'. Y lo logró. 

La diferencia es que en esta, su sexta Copa América, el crack argentino no buscó ahuyentar fantasmas ni persiguió la revancha con pesar. Por el contrario, Messi jugó cuanto minuto hubo disponible dejándose arrastrar por un optimismo que se le notó en la cara y desbordó a su juego, siempre permeable a su ánimo.

Por eso cuando él sonríe, Argentina sonríe. Este sábado, lo hicieron los dos. 

- Con él -

Así fue durante este torneo de selecciones, en el que se lo vio disfrutar y a gusto con un grupo que jugó con él más que para él. Lo demostró en esta final Ángel Di María, que anotó el gol de la victoria asistido por Rodrigo De Paul. 

Estos compañeros virtuosos se dejaron inspirar por Messi, por su tobillo maradoniano ensangrentado, como en la semifinal contra Colombia, y se confesaron, como su técnico Lionel Scaloni, admiradores del "mejor de todos los tiempos".

Más allá de lo opinable, su presencia ha sido determinante como nunca en el equipo. Messi terminó junto al colombiano Luis Díaz como goleador del torneo con cuatro goles. Uno de ellos, como no es casual, en el ángulo de tiro libre: un regalo para propios y ajenos. 

Otros cinco tantos los cedió, y se anotó también como el mayor asistidor entre todas las selecciones participantes. Además, en las pocas ocasiones que no hizo el pase o el gol, el 10 estuvo en el origen de la jugada.   

De siete partidos en la Copa, el rosarino fue figura ante Chile, Uruguay, Bolivia y Ecuador. Los otros trofeos individuales fueron para sus dos aliados en el invicto: Ángel Di María y 'Dibu' Martínez frente a Paraguay y Colombia respectivamente.  

El técnico brasileño, Tite, dijo en la previa que sabía cómo marcar a Messi en el partido decisivo. Y tal vez este no fue el de mejor desempeño, pero uno tras otro el capitán albiceleste desbarató los diseños en las pizarras con sus sorpresas y regateos.

Contra Brasil, como anticipó Casemiro, 'Leo' tuvo compañía valiosa. 

Aunque enfocado en lo colectivo, Messi siguió acumulando récords en esta Copa: es el que más vistió la Albiceleste, este sábado con 151 partidos, al superar y avanzar sobre los 147 de Javier Mascherano. Y continuó estirando hasta los 76 goles como máximo anotador de la selección y quedó a uno de igualar la marca de Pelé como el mayor goleador de las selecciones sudamericanas.  

Pero Messi, que solo había celebrado con Argentina en 2005 con la Sub-20 y en los Juegos Olímpicos Pekín-2008 con la Sub-23, quería otra cosa. Distinta incluso a sus 35 títulos con el Barcelona. Quería festejar con el país que había visto su último título hace 28 años, con la camiseta que nunca se va a cambiar.