El anuncio de que Brasil acogerá la Copa América 2021, en sustitución de Argentina, desató una oleada de críticas y comentarios jocosos en el segundo país del mundo con más muertos por coronavirus, que teme en junio una tercera ola de la pandemia.

La Conmebol le sacó la sede el domingo a Argentina, donde recrudeció la pandemia de covid-19, y diez días antes hizo lo mismo con Colombia a raíz del estallido social en ese país que deja decenas de muertos.

Aunque la Conmebol no ha anunciado todavía las sedes del campeonato ni se ha referido al tema del público en los estadios, varios estados, entre ellos Pernambuco y Rio Grande do Norte, ambos en el nordeste, ya rechazaron albergar los partidos por "falta de seguridad epidemiológica". El gobierno de Sao Paulo, por su parte, dijo que no se opondrá "mientras se respeten los protocolos" sanitarios contra el coronavirus.

"Un evento de esa magnitud moviliza innumerables personas aunque los partidos sean sin público. Y movilidad aumenta transmisión del virus. Eso va a tener un componente muy significativo en esa cuestión de la recrudescencia de la pandemia", declaró a la AFP el infectólogo José David Urbáez, de la Cámara Técnica de Infectología del Distrito Federal de Brasilia.

"Ese torneo debería haber quedado cancelado y listo", agregó Urbáez.

El epidemiólogo Pedro Hallal, de la Universidad Fderal de Pelotas (UFPel), calificó de "temeraria" la decisión apresurada de la Conmebol, que agradeció al presidente Jair Bolsonaro "por abrir las puertas" al torneo que se disputa del 13 de junio al 10 de julio.

"Hay muchos países que están con la vacunación mucho más avanzada y con la pandemia mucho más controlada. Chile es el ejemplo más fácil de poner. Así, es difícil entender de dónde viene esa decisión", explicó.

Brasil es el segundo país con más muertos por coronavirus, con más 460.000, una situación a la que según los expertos se llegó por la ausencia de estrictas medidas sanitarias, en gran parte debido a la campaña del presidente Bolsonaro contra la cuarentena por su excesivo daño en la economía, al lento avance de la vacunación (menos de un 11% de la población recibió una doble dosis hasta ahora) y a la llegada de nuevas variantes.

Desde algunas semanas, la media móvil de defunciones se estabilizó por debajo de los 2.000 diarios, una cifra muy inferior al pico de 4.000 muertos registrados en abril, lo cual llevó a varios estados a relajar las medidas de cuarentena.

La prestigiosa Fundación Fiocruz advierte que la retomada de las actividades en casi todo el país "mantendrá el número de hospitalizaciones y muertos en niveles altos, con tendencia de agravamiento en próximos semanas". A ello se suma la incertidumbre sobre el potencial de la nueva variante india, cuyos primeros casos ya fueron detectados en Brasil.