POR: HUGO ILLERA.
Algo no está bien. Después de la final de la Copa América de Estados Unidos, la Selección Colombia entró en un bache de resultados adversos. Si bien empató con Perú en Lima 1x1 y venció a Argentina 2x1 en Barranquilla, después ha perdido tres de cuatro partidos con Bolivia 1x0 en El Alto, con Uruguay 3x2 en Montevideo y esta nueva con Ecuador 1x0 en Barranquilla.
Este bache ha bajado a nuestra selección de un 2º lugar a un 4º y cerca del límite de clasificación.
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Durante el transcurso de los juegos ante Uruguay y Ecuador nos hemos acordado de Wilmar Barrios. Sí, el mismo volante de primera línea que aportó tanto en el proceso de Pekerman. El mismo que no hizo un buen partido ante Uruguay en casa y el DT Lorenzo lo borró para siempre.
Estas dos fechas del clasificatorio le han mostrado al entrenador nacional que ni Portilla, ni Castaño, son como Lerma, ausente por lesión, o Barrios.
Y uno los dos apellidos aquí para decir que no existe razón alguna, de ningún tipo, para borrar a Barrios en momento en que Lerma no estaba.
La no presencia de hombres como Lerma o Barrios, verdaderos recuperadores, auténticas plomadas de equilibrio, con la sindéresis necesaria para saber cuándo, dónde y cómo poder salir y volver, armar figura defensiva, recuperar, poner primer pase para la salida del equipo desde el fondo y transmitir la seguridad que necesitan los dos zagueros centrales, o los laterales en las coberturas, hicieron que los defensores centrales se mostraran extraños y erráticos.
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Le pasó a Davinson y su autogol ante Uruguay y le acaba de pasar a Lucumí en el gol de Valencia y en una decena de situaciones más. Ponerlos mano a mano en los duelos es generar situaciones en las que, en su mayoría, pueden perder.
El mismo Ríos ha jugado, tal vez, sus dos partidos más discretos sin la presencia del “guarda espaldas” que le garantiza poder salir por el sector derecho para iniciar los ataques colombianos.
La primera línea de volantes necesita de jugadores de fortaleza, de recuperadores natos, de anticipadores de jugadas, que sepan manejar tiempos y espacios y que hagan sentir incómodos a los contrarios.
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Sin jugadores como Lerma o Barrios es difícil. Insisto, es que ni Portilla, ni Castaño, se parecen a ellos. Son jugadores para construir juego y no para interceptarlo o destruirlo.
Tal vez, el que se acercaba más a ese tipo de jugadores era Sebastián Gómez, pero el señor Lorenzo lo mandó a la tribuna.
Hay que revisar el estado de algunos de los muchachos, saber exactamente que tiene James, identificar porque John Arias ha perdido su peso específico, el por qué Lucho Díaz no puede conectarse con sus compañeros de ataque con la facilidad como lo hace en Liverpool y definir, de una vez por todas, cuál es el problema que tiene el punta, el 9, el centro delantero.
En cada partido o combos de partidos hay que cambiarlos una y otra vez porque no hay rendimiento, porque nadie ha hecho lo realmente posible por quedarse con el puesto. Por ahí han pasado Córdoba, Durán, Borré, Casierra, Borja, que definitivamente no le gusta al entrenador y lo llamó casi obligado a la Copa América sin mayor utilización y Roger Martínez, solo para nombrar los que han actuado en partidos oficiales.
Algo no está bien. Y si para mejorar lo que no está bien hay que llamar los proscritos, a los borrados por Lorenzo, pues habrá que llamarlos. Aquí lo importante es enderezar este barco que ha comenzado a escorarse…
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