Las puertas del infierno se abrirán de par en par este fin de semana. Pero no se asusten porque además es Sábado Santo y Domingo de Pascua para los católicos del mundo entero. Hablamos del “infierno del norte” o más exactamente de la clásica de clásicas del ciclismo mundial: París Roubaix.

“Abandonen toda esperanza aquellos que entren aquí” es la inscripción en la puerta del infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri y, este domingo, en Compiegne las palabras de la obra cumbre de la lengua italiana sonaran proféticas, pues más de una esperanza se verá truncada en los 256 kilómetros y 29 tramos adoquinados que componen a la reina de las clásicas.

Y es que el tercer monumento del año regresa a escena, cargado con todos los componentes que desde hace 120 años la erigen como una de las competencias más duras del deporte mundial.

Vientos gélidos, altas probabilidades de lluvia, barro o, en su defecto, nubes de polvo con más de un millón de personas a lado y lado de las carreteras y en las cunetas de los empedrados. Todo esto para desembocar en un giro triunfal al viejo velódromo de Roubaix, ese que desde hace más de un siglo corona a su infernal majestad.

En sus históricas duchas reposan las historias de los ganadores de la mítica prueba, encabezados por los belgas Roger de Vlaemick y Tom Boonen, dueños del palmarés histórico de París Roubaix con cuatro trofeos de adoquín cada uno, demostrando que aunque la carrera se corra en Francia es una cuestión de honor para los hombres del país del chocolate, la cerveza y las papas fritas que acumulan ya 57 victorias.

El ciclismo colombiano estará ausente este año en la salida de Compiegne. Sebastián Molano aparecía en el horizonte como la gran carta de los escarabajos tras su triunfo a mediados de marzo en el Gran Prix de Denain, pero el boyacense fue víctima de un grave accidente de tránsito hace dos semanas.

El de Paipa se convirtió en el año inmediatamente anterior en el segundo colombiano en terminar París Roubaix dentro del límite, hazaña solo completada antes por Leonardo Duque en 2011 y 2012.

Pero no solo reyes se han coronado en el añejo velódromo, desde 2021 la reina del infierno también recibe su adoquín como recuerdo de su gloria. La británica Lizzie Deignan y la italiana Elisa Longo Borghini fueron las primeras en levantarlo al cielo de Roubaix. Este sábado la prueba femenina partirá de Denain para cubrir 145 infernales kilómetros hasta Roubaix, en la previa Longo Borghini parte como la gran favorita para repetir adoquín, con la belga Lotte Kopecky y la neerlandesa Marianne Vos como principales contendoras.

Y para el infernal domingo las apuestas parecen reducirse a dos de los mejores clasicómanos de los últimos años a nivel mundial y dueños de una rivalidad que ya parece concebida para la eternidad: Mathieu van der Poel y Wout van Aert, que el pasado fin de semana en Flandes debieron doblar la rodilla ante un marciano de nombre Tadej Pogacar.

Así las cosas, las papas ya están en la freidora, las cervezas en la nevera listas para hacer espuma y los duros adoquines esperan para vivir este sábado y domingo dos nuevas ediciones del infierno del norte.