Hay cosas para las que los hombres nacen predestinados y la península itálica es al parecer el lugar donde desde hace milenios se cumplen esos caprichos y dictamines de los dioses. Julio César nació predestinado para ser emperador de Roma en el año 100 A.C, pero solo consiguió cumplir su destino a los 54 años (46 A.C.) tras cruzar el Rubicón y derrotar a todos sus enemigos tanto en el senado como en el campo de batalla. 

Y este domingo un nuevo emperador nacido en Zagorje ob Savi (Eslovenia) hace 33 años entró triunfalmente a Roma. Este no al mando de la Legión XIII sino del Jumbo-Visma, su fiel grupo de “soldados” con los que batalló durante tres semanas contra rivales de toda índole, lluvias torrenciales, y pasos de montaña helados que amenazaron por momentos con hacerlo rendir, antes de finalmente gritar en la ciudad eterna: Vine, Vi y Vencí. 

Y es que lo del esloveno en este Giro de Italia de verdad que pareció trazado por mano divina, sobre todo lo sucedido en la cronoescalada final del sábado al Monte Lussari. Pero antes Roglic vio cómo el destino le quitaba del camino a Remco Evenepoel, su rival más fuerte por la rosa y quien en la primera semana parecía que iba a cabalgar el Giro de Italia. El joven prodigio belga no salió para la segunda víctima del Covid 19 y ya todo quedó dispuesto para un mano a mano entre el británico Geraint Thomas y el tricampeón de la Vuelta a España.

La suerte divina también lo acompañó en el inicio de la tercera semana, cuando en su única muestra de debilidad apareció la rueda salvadora de Sepp Kuss, que como un fiel soldado acudió al rescate de su general cuando este vislumbraba la debacle en el Monte Bondone. Desde allí y tal como en las épocas romanas, los “césares” declararon tregua antes de la gran batalla del sábado, donde una vez más la diosa fortuna le sonrió al esloveno. 

Primoz Roglic desde su debut prometía para cosas grandes

En 2007 un joven Primoz Roglic se proclamó campeón mundial junior de salto con esquís en Tarvisio, una pequeña localidad italiana muy cerca de la frontera con su país. Y allí mismo los dioses quisieron que partiera 16 años después la cronescalada al Monte Lussari, a donde llegaron miles de sus compatriotas para empujar a Primoz a la victoria, incluyendo su excompañero de selección nacional de esquí, Mitja Meznar, quien milagrosamente apareció en el momento justo para rescatarlo de la caída de cadena que él mismo solucionó y darle un último envión cuando la pesadilla de hace tres años en la Planche des Belles Filles parecía repetirse. 

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En Roma se hizo también el balance final de la participación de Colombia en el Giro y muy a pesar de los profetas del desastre, la corsa rosa vio a los nuestros brillar en el cincuentenario de la primera participación de un escarabajo en la legendaria carrera de la bota. Tal como Cochise lo hiciera en Forte dei Marmi hace medio siglo, Einer Rubio y Santiago Buitrago pusieron la bandera de Colombia en las grandes cimas del Giro, mostrando de paso que la última generación de escarabajos goza de muy buen presente y mejor futuro con ambos terminando en el Top 15 de la general. 

Con el cierre de la carrera rosa empieza la cuenta regresiva para el Tour de Francia que promete como desde hace más de un siglo regar las carreteras vascas y francesas con sangre, sudor y lágrimas de tristeza o alegría, en un duelo sin parangón alguno en el universo deportivo mundial por ver el hombre y nombre que lucirá de amarillo en París.

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