Sepp Kuss estaba predestinado para el deporte. Sus padres Dolph y Sabina fueron grandes practicantes de esquí nórdico o de fondo, disciplina que desde muy pequeño le inculcaron a su único hijo quien está a solo dos días de coronarse campeón de la Vuelta a España. Dolph Kuss incluso llegó a ser entrenador del equipo nacional de los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Invierno de Innsbruck (1964) y Sapporo (1972). Sabina Kuss, por su parte, es hasta el día de hoy instructora de esquí cross country en su natal Durango.
El pequeño Sepp se acostumbró a las altas montañas casi desde el vientre de su madre y llegó a integrar el equipo nacional de esquí nórdico en la categoría junior, al igual que el equipo estatal de hockey sobre hielo, deporte que lo encantó por el gran sentido de trabajo en equipo que demostró desde muy temprana edad.
Pero sería otro de los deportes talismanes del estado de las montañas rocosas el que se convertiría en el amor a primera vista de Sepp cuando aún era estudiante de Publicidad en la Universidad del Colorado en Boulder: El Ciclomontañismo. Kuss llegó a ser campeón estatal de mountainbike antes de probar en la ruta donde sus buenas actuaciones en la Redlands Bicycle Classic y el Tour de Gila atrajeran la atención del Lotto-Jumbo, principal escuadra World Tour de los países bajos.
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Fiel al estilo de los deportistas de su país, Sepp terminó primero su carrera profesional antes de dedicarse por completo al ciclismo y desde su primer año en el Lotto-Jumbo (2018) se destacó como un gran coequipero (acuérdense de su paso por el hockey sobre hielo), pero también probó que estaba en capacidad de ganar etapas de montaña de Giro, Tour y Vuelta, las tres grandes carreras de tres semanas donde pronto se destacó como pieza fundamental.
El norteamericano desde entonces se convirtió en gregario de lujo de Primoz Roglic y Jonas Vingegaard, puntales de un equipo que en los últimos años ha desplazado a escuadras como UAE Team Emirates, INEOS y Movistar de la supremacía del ciclismo mundial, basando gran parte de sus éxitos en las piernas de sus grandes “capos” pero igualmente rodeándolos con hombres de inmensa clase y condiciones como el propio Sepp Kuss.
El “Águila de Durango” fue el as bajo la manga que esgrimieron Roglic en el Giro y Vingegaard en el Tour de la presente temporada. La presencia de los dos en la salida de la Vuelta a España en Barcelona hace ya 19 etapas y dos días de descanso apuntaba a que serían las cartas ganadoras del Jumbo.
Pero el destino, ese que nadie entiende, pero que hay que aceptar, quiso que Sepp ganara la sexta etapa en Javalambre con casi tres minutos de ventaja sobre la “realeza” de la Vuelta, incluyendo Evenepoel, Thomas, Mas, Ayuso y sus propios compañeros de equipo Roglic y Vingegaard. Y desde allí en adelante los espectadores de La Vuelta hemos hecho como Nerón con su lira cuando vio Roma arder.
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El del Colorado se puso además líder en Xorret de Catí donde ganó Roglic quien ya empezaba a mostrarse como “enemigo íntimo”, pero la crono de Kuss en Valladolid iniciando la segunda semana sorprendió a todos, incluidos sus propios directores de equipo que se encontraron ante una verdadera encrucijada. El hundimiento de Evenepoel en la etapa del Tourmalet, donde los “avispones asesinos” hicieron el 1-2-3 con Vingegaard, mostrando también su mal ocultada ambición por la roja, probó que desde ahí a Madrid sería una lucha fratricida por el primer cajón del podio del Paseo de La Castellana.
Llegó la tercera y última semana y las acciones de Vingegaard y Roglic en Bejes y Anglirú les valieron el odio del universo ciclístico mundial que se volcó en favor de un Kuss que a pesar de los aguijonazos de su propio equipo nunca perdió la sonrisa, ni mucho menos la humildad. Ayer en Santa Cruz de Linares los campeones de Giro y Tour por fin parecieron entender que quitarle a su compañero el liderato sería la peor puñalada por la espalda de la historia del ciclismo y algo que mancharía para siempre sus carreras.
Incluso el danés, con su cara de niño bueno, tranquilizó en los últimos kilómetros al norteamericano que, ya sabiendo que duerme con el enemigo, le salió en primera persona a los ataques de propios y extraños. Este viernes en Íscar donde un accidentado sprint dejó sin opciones a Sebastián Molano y vencedor a Alberto Dainese, Sepp recibió la visita de sus padres, los dos fenomenales esquiadores estadounidenses que llegaron como buen augurio a animar a su hijo a solo dos días de que el “Kussismo” del mundo celebre el merecido título de una hormiga obrera que a base de esfuerzo y clase se ha convertido en abeja reina.