Andreas Brehme nació en Hamburgo, llegó al FC Bayern procedente del 1. FC Kaiserslautern en 1986. "Por aquel entonces, estaba claro: si quieres ser campeón, tienes que ir a Múnich", declaró hace tres años, en noviembre, en una entrevista concedida a la revista para socios del FC Bayern "51" con motivo de su 60 cumpleaños.
Su entonces compañero en la DFB, Karl-Heinz Rummenigge, lo llevó a casa del entrenador Uli Hoeneß durante un partido internacional en Múnich, donde rápidamente acordaron un contrato.
A Brehme no le importaba el dinero, estaba decidido a unirse a los Rojos. Estaba "orgulloso y feliz de haber podido jugar en este gran club", declaró en su entrevista de cumpleaños. "Fue una gran experiencia para mí".
- Lee también: ¡Todo listo! Estas son las sedes para el Mundial Femenino Sub 20 en Colombia
- Además: Dayro Moreno en la élite: se codea con grandes estrellas en importante ranking
Brehme no sólo era capaz de chutar con los dos pies como pocos, sino que siempre tenía los dos pies bien plantados en el suelo. Siempre leal, siempre comprometido con el equipo, siempre sin complicaciones. Siempre describió con calma su gol más importante, y lo que más se le queda grabado de aquellos minutos de la final del Mundial de 1990 es cómo los argentinos se limitaron a apartar varias veces el balón para desestabilizarle, mientras su Rudi Völler se le acercaba y le decía: "Métela ahora y seremos campeones del mundo".
Brehme siempre ha contado fríamente lo que le dijo entonces a su compañero de equipo: "Muchas gracias, le dije, lo tendré en cuenta".
- Te puede interesar: ¿Qué pasa con la salida de James Rodríguez en Sao Paulo?
- Descubre más: ¡Sorpresa! Barcelona pone los ojos en una joven promesa colombiana
El alemán ganó dos veces la Supercopa de Alemania y un campeonato alemán en Múnich, y en 1987 llegaron juntos a la final de la Copa de Europa en Viena, que desgraciadamente perdieron ante el Oporto.
Disputó 80 partidos con la camiseta del campeón récord alemán, anotando ocho goles como lateral izquierdo. Se formó a las órdenes de Udo Lattek y Jupp Heynckes y jugó junto a Matthäus, Jean-Marie Pfaff, Klaus Augenthaler, Hans Pflügler, Hansi Flick, Dieter Hoeneß y Roland Wohlfarth. Junto a Paul Breitner, sigue estando considerado como uno de los mejores jugadores de la historia que han defendido, trabajado y potenciado la banda izquierda.
En 1988, junto a Lothar Matthäus, fichó por el Inter de Milán, de la Serie A, la mejor liga del mundo en aquella época, e hizo historia en Italia, en muchos sentidos. En su primera temporada, fue elegido mejor extranjero de la liga, a pesar de la presencia de Diego Armando Maradona y Matthäus.
El Inter ganó la liga, la Supercopa y la Copa de la UEFA, y después llegó el Mundial, que fue casi como un Mundial en casa para los futbolistas alemanes de la Serie A; la selección alemana jugó la mayoría de los partidos en el estadio milanés de San Siro; Matthäus, Brehme y Jürgen Klinsmann conocían cada hoja de hierba. Y de esta forma, el camino hacia el título condujo hasta Roma.