Podemos mirar el horizonte; también verlo, observarlo, admirarlo, otearlo, contemplarlo, avizorarlo, inspeccionarlo, escudriñarlo, escrutarlo, explorarlo, examinarlo, avistarlo, ojearlo, atisbarlo, advertirlo. Todas acciones similares, aunque con connotaciones ligeramente diferentes. Pueden distinguirse con nitidez una de otra gracias a las infinitas posibilidades que nos proporciona el castellano, nuestra lengua, la más portentosa herencia que España nos legó.
¡Somos tan afortunados! Toda Latinoamérica es una cómoda autopista idiomática por la cual transitamos a gran velocidad. Es la maravilla de nuestra lengua, que nos une. Se encuentran un mexicano, dos japoneses, un angoleño, un haitiano y un colombiano en Moscú, ¿qué hacen? Se dispersan, menos el mexicano y el colombiano; ellos se ponen a conversar, van a tomar algo, comienzan a planear juntos una salida. Se reconfortan uno al otro, empiezan a sentirse mejor. Solo porque hablan el mismo idioma.
De Alaska a Tierra del Fuego, son veinte países conectados culturalmente por esa herramienta tan galana llamada también español. Incluido Estados Unidos, donde habitan hoy alrededor de 65 millones de hispanohablantes.
Esta facilidad de comunicación se fortalecerá en los próximos cincuenta años hasta límites insospechados. El español ya es un idioma global, y crece en porcentajes superiores a otras lenguas, avanza, se multiplica por los migrantes, se prestigia por nuestros literatos. Esto reportará enormes beneficios a Latinoamérica. Ya somos 600 millones en el mundo que hablamos la lengua de Cervantes. Es cierto también que el porcentaje de natalidad en América Latina es más alto que, por ejemplo, el de Europa.
El castellano es lengua oficial de organismos como las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Unión Africana, naturalmente la OEA y entidades multinacionales como la FIFA o diversos foros culturales. Hoy es el tercer idioma más importante del mundo detrás del inglés y el francés (el chino, el ruso, el indio son cinco centavos aparte, hay más hablantes, pero en un solo país y por su extensa población). Un estudio de la revista Science revela que, para el decenio del 2050, será la segunda lengua más hablada, superando al inglés, que está en baja.
Sin embargo, la acechan diversos peligros. 1) La pobreza del lenguaje en los medios, especialmente la televisión (capaz de hacer estragos irreparables). 2) Su capacidad ociosa. El diccionario compila 94.000 palabras según el flamante diccionario de la Real Academia Española, en tanto una estimación dice que la gente común no usa más de 1.000. Con eso le alcanza. 3) Uno preocupante: la extranjerización del idioma.
Una ola de cursilería lamentable llama a demasiadas cosas por su nombre en inglés. Gimnasio es “gym”, preparador físico exclusivo es “personal trainer”, acentuado como ”pérsonal”. Congelador es “freezer”, disco compacto es “CiDi”, la elección de actores o trabajadores es “casting”, el estacionamiento “parking”, las personas sin techo son “homeless”, los mensajes por correo electrónico “mails”, los agentes inmobiliarios pasaron a ser “brokers” y los bienes raíces “real estate”… En las tiendas ponen “sale” (por oferta) y “off” (por descuento). En las reuniones, en lugar de un recreo o un alto se propone un “break”. Hay cientos de ejemplos.
Computación e Internet son igualmente un campo minado de anglicismos como “mouse”, “pad”, “hardware”, “link”, “desktop”, “laptop”, “enter”, “web”... Sucede que prácticamente todos los inventos y descubrimientos científicos y tecnológicos, las nuevas formas de comunicación y de hacer negocios, provienen del mundo anglosajón, y, si no son de allí, son presentadas de todos modos en inglés. Allá les dan nombre y, en muchos casos, no hay un correlato en español para la palabra nueva de lo que fue creado. No tenemos la capacidad de generar una traducción o somos indolentes.
En el tenis están el “drive”, el “top spin”, el “ace”, el “umpire”, la “net”, el “slice”, el “drop”, en el golf hay “birdie”, “green”, “eagle”, “bogey” y una lluvia de vocablos cuya pronunciación parece otorgar refinamiento, estilo, conocimiento del tema.
En muchos países está impuesto en los colegios decirle a la señorita “miss” y al profesor “mister”. Sin hilar tan fino, en Ecuador, Sucre fue sustituido en los billetes por Franklin. En las redes sociales manda el “postear” en lugar de publicar. Y todos nos tomamos una “selfie” en algún momento.
Lo peor es que esta invasión lingüística es innecesaria, pues hay términos en castellano para cada caso. Y no está orientada desde los Estados Unidos con fines de penetración cultural, no hace falta, los latinoamericanos se invaden solos. Se autocolonializan con placer casi sensual. Lo decimos en fútbol de los delanteros pataduras: se marcan solos.
El Nóbel de la afectación tonta era un programa denominado “The wedding planner” (el planeador de bodas). La primera reflexión al verlo fue: será norteamericano. No, estaba conducido por argentinos en un canal argentino: Utilísima.
Hay, naturalmente, extranjerismos que se imponen y pasan a formar parte de la cultura propia. Es el caso de “wing” en el fútbol. En la Argentina está muy arraigado desde hace unos 120 años y es casi absurdo pedirle a un hincha que diga “alero”, incluso el más aceptado “puntero”. Pero son excepciones muy puntuales.
En fútbol está de moda decir “data” al dato, ”hat-trick” al triplete y ahora se ha agregado un anglicismo más: el “sold out”, para referir que se jugó a estadio lleno, en lugar de decir, justamente, estadio lleno. Un periodista avisa que Bermúdez no está habilitado para jugar porque aún no llegó el “transfer”; o sea, la trasferencia. MVP (Most Valuable Player) en lugar de Jugador Más Valioso. No hacen ninguna falta pues hay un correlato perfecto en cada caso. Por suerte, presión le ha ganado el duelo a “pressing”, que se utilizó por décadas.
Gambeta es genial, pero los británicos no la usan porque ya tienen dribbling, y está bien, ellos siguen con eso. Lastimosamente, Champions le ha ganado por goleada a Liga de Campeones, es más corto, más rápido. En eso, el inglés nos aventaja, es simple y breve, tiene la ventaja de la concisión, que facilita el decir: gift, tweet, sprint, pad, teen, shot…
Pasó en el ’82. Falleció Grace Kelly; la revista “Hola”, de España, tituló en tapa: “Ha muerto Gracia de Mónaco”. Sonaba bastante gracioso. En ese momento pensamos ¿por qué no ponerle Grace, como se la conocía mundialmente? En la patria de Vicente Blasco Ibáñez castellanizan, defienden su patrimonio cultural. Es la explicación de por qué un país que soportó 781 años de ocupación mora, un día logró liberarse. Y mantener inmaculada su identidad, sus costumbres, sus tradiciones, su idioma.
El castellano crece, pero a los empujones, y a pesar de los latinos. Convengamos: nadie puede ordenarle al pueblo cómo hablar. Y, por cierto, las lenguas son dinámicas, permeables, abiertas. No obstante, es nuestra obligación defenderlo de la mediocridad, de la indolencia y de la cursilería, tres enemigos devastadores, pertinaces.