POR: JORGE BARRAZA

No hay que “jugar para él”, él juega para todos. A su increíble ligereza le suma una gambeta indescifrable: pica, frena, engancha, vuelve a picar, frenar y enganchar, sale por afuera, se clava en seco y arranca para el otro perfil. Y siempre encarando con energía, con ambición.

Les rompe la cintura a los marcadores. Si va por la raya es para desbordar y hacer el centro de la muerte, si recorta hacia adentro saca el latigazo al arco. Un infierno para las defensas. ¡Y la velocidad…! Mohamed Salah es una flecha humana.

Este Racing llega al alma

El suizo Murat Yakin, su entrenador en el Basel FC, al comienzo de su carrera europea, sostiene convencido que Salah “podría competir en una carrera con Usain Bolt”. Tiene una partida demoledora y un tren sostenido; llega una milésima antes que los rivales, pellizca la bola y se la lleva. Y no es un simple velocista.

"Con futbolistas veloces he jugado. Pero él es veloz, técnico y además hace goles", dice Alino Diamanti, quien fue su compañero en la Fiorentina.

Salah cerró el año con un gol y dos asistencias frente al West Ham. Con ello redondea 20 anotaciones y 17 pases convertidos por sus compañeros en sólo 26 cotejos en lo que va de la temporada 2024-2025.

Números impresionantes para un extremo, que juega fuera del área, sólo entra en ella para convertir o dar el pase decisivo. Su entrenador actual, el holandés Arne Slot pondera, sin embargo, la notable ayuda que presta Mohamed al equipo cuando se pierde la pelota y se involucra en la recuperación.

Es, seguramente, uno de los tres fichajes más rentables en lo que va del milenio. Los otros dos, diríamos, son el de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid y el de Robert Lewandowski por el Bayern Munich.

Mohamed Salah llegó a Liverpool de la Roma en 42 millones de euros en junio de 2017. Una ganga. En el mimo momento, el Barcelona fichó a Dembelé por 145 M€. La diferencia entre y otro fue abismal: Dembelé hizo 40 goles, Salah lleva 231, más 105 asistencias y 8 títulos, todos los posibles, incluidos Champions League, Mundial de Clubes, Premier y FA Cup, los cuatro más relevantes para un club inglés. Ocho años después, su cotización no ha caído, está en 55 millones.

La Roma tuvo que dar explicaciones de por qué soltaba a un jugador que había demostrado estar para estrella: “Para poder cumplir con el Fair Play financiero”, dijo Ramón Rodríguez Verdejo, el famoso “Monchi”, entonces director deportivo del equipo romano, hoy en el Aston Villa. El club escarlata había sido tercero y subcampeón italiano con Mohamed como figura y goleador. Su pase generó protestas de los tifosi.

Salió el gol

Antes que la Roma, otro se había equivocado con Salah: el Chelsea. “Seis goles en 7 partidos: Mourinho ha regalado un fenómeno a la Fiorentina”, tituló La Gazzetta dello Sport el 5 de marzo de 2015. Se refería al egipcio, que terminaba de darle el triunfo a la Fiorentina por 2 a 1 sobre Juventus en Turín por semifinal de la Copa Italia. Dos goles del zurdo, uno de ellos sensacional en el que atravesó toda la cancha llevándose a la rastra al zaguero Padoin para definir cruzado, alto y potente, abrieron de par en par los ojos de toda la Italia futbolera. “Ma, ¿quién es este extraterrestre…? ¿de qué planeta cayó…?”

Todavía con 22 años, Mohamed era un misterio. Y su pasaporte no lo ayudaba; pese a que el fútbol está definitivamente globalizado desde hace tiempo, nadie creía que un egipcio podía ser un verdadero crack.

El mismo prejuicio que ha afectado a tantos buenos jugadores de países no tradicionales. Había caído a préstamo del Chelsea, porque el técnico portugués no lo tenía en consideración. Y en el Calcio deslumbró. De la Fiorentina volvió al Chelsea, que inmediatamente lo pasó a la Roma por modestos 15 millones. Y dio otro salto de calidad. Dos temporadas de oro en la ciudad de los Césares le valieron que el Liverpool hiciera la máxima inversión de su historia hasta ahí: esos 42 millones más 8 millones en objetivos. Jürgen Klopp, quien estaba modelando el nuevo Liverpool campeón, dio su conformidad. Y allí demostró su fuertísima mentalidad: a mayor exigencia, mayor rendimiento.

¿Cuál es el secreto de su siempre fenomenal estado físico, sobre todo ahora con 32 años…? Una motricidad fantástica con apenas 73 kilos y un metro 75, liviano, fibroso. Y con escasísimas lesiones. En quince temporadas sólo ha faltado a 38 partidos por dolencias menores. Algún episodio mediano de tobillo, pero nunca un problema muscular ni de rodilla. Es sanísimo. Los números lo certifican: ha jugado 42, 41, 52, 52, 48, 51, 51, 51 y 44 encuentros en las últimas nueve temporadas. Fantástico. Y en esta podría superar los 60. Semejante regularidad habla también de una conducta en la vida privada.

No obstante su momento estelar, el 30 de junio vence el contrato del Faraón y el Liverpool no ha movido ficha. Hay un silencio extraño de parte del club y el atacante se siente “decepcionado”.

El 25 de noviembre reconoció a los medios: "Estoy más fuera que dentro, no te voy a mentir. Estamos casi en diciembre y aún no he recibido ninguna oferta para seguir en el club. Todos saben cuánto tiempo llevo aquí. No hay otro club como este, pero hasta ahora no ha habido ninguna propuesta de renovación". También enfatizó su amor por el Liverpool y los aficionados: "He estado muchos años aquí. Amo a los fans, y ellos me aman. Pero esto no está en mis manos ni en las de ellos. Solo trato de dar lo mejor de mí porque así soy".

Mohamed Salah
Mohamed Salah ha sido uno de los mejores jugadores en la Premier League / AFP

Quienes tienen temores de que termine marchándose son los hinchas. Y pretendientes le sobrarían. El 30 de diciembre, Mohamed volvió a hablar con la prensa, que insiste con preguntarle por su continuidad. Dijo que “están muy lejos” en las conversaciones.

Es lógico que, por su edad, pretenda firmar un último supercontrato. Ya está en condiciones de negociar por su cuenta con otro club. Arabia Saudita le ofrecería una fortuna. Y el fútbol inglés perdería un intérprete irremplazable. Pese a ello, ha dicho que está totalmente enfocado en ganar la Premier. La última noticia es que en los despachos de Anfield estarían preparando una oferta fuerte para que siga 2 ó 3 años más.

Ni Vinicius, ni Raphinha, ni Lamine Yamal, ni Lewandowski, ni Harry Kane, ni Bellingham, ni Haaland, ni Mbappé, tienen una actualidad siquiera parecida a la de Salah. En números o en juego. Su fabulosa media temporada la realza el equipo. Liverpool es puntero holgadísimo en Champions y en Premier, semifinalista en la Copa de la Liga Inglesa y con todas las posibilidades en la FA Cup. Con el andar arrasador que le ha impreso, Arne Slot podría dar un cuatriplete de fábula.

Si esto sucede y al Real Madrid no le parece un escándalo, es un candidato excelente al Balón de Oro. Pasa que no tiene una prensa egipcia bombardeando al mundo con su postulación. Pero está en modo Balón de Oro.

Tampoco el Liverpool se dedica todo el día a promocionarlo. Juega muy bien y ya. Sería el segundo africano en lograrlo. El primero fue, en 1995, George Weah, aquella pantera liberiana del Mónaco, el PSG y el Milan, delantero de punta que, con el máximo respeto, no llegaba al nivel de Salah. No obstante, el Faraón sería el primero del área musulmana (Benzema profesa esa religión, pero es francés).

Nadie sabe cómo será su segundo semestre, sí que está jugando para Balón de Oro. Y que lo merece.

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