POR: JORGE BARRAZA

No hay en este momento hinchas más felices en el mundo que los del Aleti. Ellos tienen su propio Papá Noel, que les regala paquetes de alegría y resultados envueltos en celofán. Es Diego Simeone, le dicen Cholo. Si el 4 de enero próximo el cuadro madrileño vence al Marbella por Copa del Rey hilvanará 13 victorias consecutivas, la mejor serie en los 121 años de vida del club. Pero ese es un detallito apenas. El Atlético se fue a brindar la Navidad y el Año Nuevo como puntero de liga, arrebatándole el liderazgo al Barcelona tras ganarle 2-1 a domicilio. Lo mandó a la lona con su especialidad: un gol en los descuentos. El noruego Sorloth al minuto 96. El compatriota de Haaland es suplente y cada vez que entra sacude el árbol y caen pepitas de oro. “Sus 20, 30 ó 40 minutos son extraordinarios”, lo alaba el Cholo.

El Aleti llegó a estar 10 puntos abajo del Barça, ahora le lleva 3 y con un partido menos. La grey colchonera ya sueña con el título. La segunda rueda pinta bien: de los siete primeros, al Atlético solo le queda visitar al Real Madrid. Con el resto, en casa. No será fácil, pero ya sabemos, el optimismo es el jugador número 12 y el mundo atleticano flota a once mil pies de altura.

Este Racing llega al alma

¿Las razones de este presente feliz…? Un plantel casi perfecto por lo equilibrado, sin genios, pero con dos jugadores buenos por puesto, algunos muy buenos, caso Oblak, De Paul, Julián Álvarez y Griezmann, este último con un paso desafortunado por el FC Barcelona, aunque en el club rojiblanco es un ídolo y el máximo artillero histórico (182 goles). “Hubo dos jugadores que le complicaron el vestuario y casi le cuestan el puesto a Simeone: Luis Suárez y João Félix. Pero una vez que se fueron retornó la armonía y volvieron los triunfos”, dice un colega español que prefiere no ser nombrado.

El Atlético es la bandera del cholismo: defender ante todo, ser ordenados y dar hasta la última gota de aliento. Sin embargo, en estos últimos doce juegos también puede presumir de ofensivo: marcó 33 goles y recibió solo 8. Un día después de tumbar al Barça, Simeone cumplió trece años como DT del club. Asumió el 23 de diciembre de 2011 en medio de un cuadro desolador: a mitad de curso, con el equipo cerca de la zona de descenso, la institución débil económicamente (afrontaba una deuda de 200 millones de euros con la Hacienda española), la hinchada tristona, navegando en un mar de derrotas y eliminado en Copa del Rey por un rival de la Segunda B: el Albacete.

“Quiero un equipo agresivo, fuerte, aguerrido, contragolpeador y veloz. Eso que nos enamoró siempre a los atléticos. Vamos en busca de lo que fue nuestra historia”, declaró el día de su presentación. Y cumplió su promesa de campaña. Comenzó con su prédica de ir partido a partido. En estos 707 juegos ha logrado el 67% de eficacia, promedio altísimo, de campeón. Acontece que en España no es sencillo coronar, se lucha contra dos transatlánticos como el Real Madrid y el Barcelona (y contra los arbitrajes, que jamás favorecen al Atlético…). El Cholo ya es el más ganador de la historia rojiblanca con 8 títulos, entre ellos dos Ligas, una Copa del Rey y dos Europa League.

Pero más que eso, lo elevó a la consideración de club ‘europeo’: de clasificar cada tanto, lo llevó a disputar las últimas doce Champions consecutivas (la trece está en la puerta) y en dos de ellas animó la final. En Europa ha volteado muñecos grandes: Barcelona, Milan, PSG, Bayern Munich, Chelsea, Liverpool, Manchester United, Inter…

Trece años dirigiendo a un club en el máximo nivel no lo resiste cualquiera. Es un logro gigante. Y único. Ferguson, Guardiola, Klopp, Ancelotti, Mourinho están en el libro de oro de la dirección técnica, pero consiguieron sus proezas en clubes que nunca perdieron la condición de grandes. El Cholo rescató al Atlético de la intrascendencia y le devolvió la grandeza. “Lo de Simeone es un fenómeno sociológico -dice Diego Torres, prestigioso periodista del diario El País, de Madrid-. No hay nada igual en Europa. Esa adoración de la hinchada a un entrenador solo la he visto en el Liverpool con Klopp, pero duró siete años, el Cholo lleva 13. Es una simbiosis entrenador-club de otra época”.

Salió el gol

El Atlético ocupaba el puesto 23.º del ranking UEFA, actualmente está 7°. En España ha logrado reinstalarlo al nivel del Madrid y del Barcelona. A su conjuro se apuró la decisión de abandonar el estadio Vicente Calderón e inaugurar el espectacular Metropolitano. Y lo más trascendente: la grey rojiblanca lo ama. Cholo, un hijo de la casa, le ha devuelto el orgullo, la alegría, la seguridad de pelearle como antes mano a mano al Madrid, que le ganaba con la camiseta. Ahora le juega sin achicarse. En los 26 clásicos de liga ante el Madrid previo a Simeone, los merengues ganaron 16 (62%) contra solo 2 de los rojiblancos. En los 26 que dirigió el Cholo fueron 9 triunfos madridistas (35%) y 6 del Aleti.

No importa cuán galáctico sea el Real Madrid, ya no se siente cómodo frente al Atlético. Durante dos décadas, mínimo, el club de Di Stéfano y Bernabéu aprovechó como nadie la debacle institucional colchonera. Y, más que de hijo, lo adoptó de nieto a su rival ciudadano. Le daba la sopa y le contaba cuentitos. Lo vencía incluso jugando con los suplentes de los suplentes, lo goleaba y se divertía. Hasta que cayó Simeone en el banco rojiblanco y cambió la historia; desde entonces hay otro Atlético: le plantea guerra, se le para tieso, le embarulla los partidos y, a veces, se los gana.

No solo le ha dado un vuelco de 180 grados en lo deportivo, también en lo económico ingresó en otra dimensión. Solo en las primeras once ediciones de Champions a las que clasificó con Simeone, el Aleti embolsó 737 millones de euros. Taquillas, aparte. Este es apenas un ítem; el club creció institucionalmente, en imagen, en mercadeo, se acercaron nuevos patrocinadores, todo un círculo virtuoso a partir de los éxitos futbolísticos.

Simeone le arrancó al Atleti el pringoso traje de club perdedor. Ha conseguido un milagro: que el ídolo mayor de una hinchada sea el técnico y no un jugador. Comenzó dándole ese tono de peleador callejero al cuadro, de rebelde y transgresor, de carasucia que se trenza en el callejón o en la avenida elegante. Todos tienen que meter, trabar, pelear...

“El Cholo nos hacía sentir como soldados y todos nos tirábamos de cabeza a lo que nos decía”, evoca Filipe Luís, hoy entrenador del Flamengo. “Es su forma de vivir el fútbol y la vida. Acaba haciéndote creer que es la única forma de conquistar los triunfos. Fue el entrenador que más me enseñó. Aprendí muchísimo. Vende el producto y te convence de lo que tienes que hacer. La gente me dice que estuve con él ocho años y solo defendía, y yo les digo que no. Los partidos que solo defendíamos lo hacíamos con placer porque lo hacíamos juntos, como equipo, como hermanos. Era lo que nos hacía sentir. En las finales entrábamos como si fuera el último partido de nuestras vidas. No eran uno más. Es un técnico espectacular y es un orgullo haber trabajado con él”, ponderó el brasileño.

Falta mucha liga todavía. Pero el Aleti agarró la punta y se ilusiona. Permítasele soñar.

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