POR: JORGE BARRAZA.

No somos millonarios (por River), no somos la mitad más uno (por Boca), no tenemos doscientas copas (por Independiente), pero tenemos la gente, somos distintos a todos”. En una frase simple, Gustavo Costas definió a Racing, retrató el racinguismo, una pasión inexplicable, como dice esa bandera grande que flamea en el Cilindro los días de partido. No es fácil describir el fuego que anida en los pechos racinguistas, un orgullo con la fuerza de un volcán, no siempre respaldado por los resultados.“Si no sufrimos no somos Racing”, agregó Costas, en alusión a los largos períodos en que la Academia atravesó sequías de títulos.

Treinta y cinco años estuvo sin ser campeón argentino, entre 1966 y 2001, treinta y seis sin levantar un trofeo internacional, quebrado el sábado último al ganar la Copa Sudamericana. Ello nunca fue óbice para dejar de creer, de alentar. “Racing estrena utilero y llena la cancha”, exageraba el Gallego Títolo, un hincha caracterizado. Pero así es. Difícil encontrar hinchada más querendona. La palabra fidelidad parece quedarle chica.

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¿Cuánto tuvo que ver su gente en la formidable conquista de la Copa Sudamericana…? Pocas veces una hinchada empuja tanto. Desde el momento en que se convirtió en finalista se tuvo certeza de que una multitud estaría apoyando en Asunción. ¿Cuántos fueron, 40.000…? Una interminable caravana de autos embanderados desandaron los 1.400 kilómetros entre Buenos Aires y la capital paraguaya. Ya en el estadio atronaron con su aliento, tapando a los torcedores de Cruzeiro, muchos menos.

Pero, si el hincha cumplió desde afuera, el equipo contagió desde adentro. Una simbiosis perfecta, porque el fútbol es un todo. Y el optimismo es el jugador número doce. Fue un Racing arrollador, con fútbol y carácter, con gol y personalidad. Contradictoriamente, Cruzeiro dominó las estadísticas: más tiros al arco, más posesión -71% a 29%-, más pases, más córners… En cambio Racing manejó el partido y lo ganó de punta a punta: 3 a 1 y un gol anulado al notable lateral uruguayo Gastón Martirena que no quedó claro que fuera posición adelantada. Nunca se mostró. No con claridad.

A propósito: ¿Cómo Bielsa no llama a Martirena a la Selección Uruguaya…? Cuesta entenderlo. Tiene marca, salida, clase, llegada y personalidad para jugar la bola. Su tasación es de apenas 3 millones de euros. No puede tardar en llegar a Europa. Ante Corinthians tal vez haya marcado el mejor gol de la Copa. Hacía tiempo no veíamos una elaboración de tanta calidad. Y bajo la lluvia. Recuperó en la raya central, hizo pasar de largo a Garro con un caño, a Charles con un enganche, pared preciosa con Almendra y derechazo de primera a un ángulo bajo. Sensacional.

Hay campeones y campeones. Este Racing fue uno brillante, que se recordará por años. Diez victorias en 13 presentaciones, 33 goles marcados, el goleador y máximo asistidor del torneo, Adrián Martínez, con 10 anotaciones y 5 servicios de gol. Y un equipo compacto, ambicioso, ganador. Plantel armado con paciencia de artesano. Un muy buen jugador en cada puesto y cuatro o cinco suplentes de igual categoría. Adrián Martínez y Juan Fernando Quintero son las estrellas visibles del cuadro de Costas, pero hubo varios puntales. Por caso, el arquero Gabriel Arias, que ataja en la Selección Chilena (aunque es argentino); el segundo delantero, Maxi Salas, veloz y potentísimo; los medios Santiago Sosa y Juan Nardoni, los centrales Di Cesare y García Basso, éste último muy conocido en Ecuador.

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“El fútbol argentino gana todo, y la pasión que pone la gente es increíble, les da una fuerza tremenda a sus equipos. La hinchada de Racing en la final ejerció una influencia extraordinaria, se admira Hugo Illera, fantástico periodista colombiano de Win Sports televisión. “La diferencia fue que Racing jugó una final, Cruzeiro un partido”, añadió Hugo.

Pese a la fantástica arremetida de los representantes brasileños en los últimos años (con esta de Botafogo o Atlético Mineiro serán seis coronas consecutivas) Argentina seguirá punteando el historial de la Libertadores con 25 copas contra 24 de Brasil. En Sudamericana son 10 títulos contra 5. Y ahora, con el dólar bajo como está en la patria de Borges, los conjuntos albicelestes pueden lanzarse a incorporar más extranjeros de nivel, para pelearles mejor a los brasileños. Es altamente meritorio que el líder de la tabla histórica de la Copa Sudamericana sea un equipo ecuatoriano (Liga de Quito), y que entre Liga e Independiente del Valle sumen 4 conquistas. Ecuador va tercero en el historial por país, lo que exime de otras palabras en cuanto a su ascenso como medio importante. Esto es algo que parecen no haber entendido los equipos colombianos, que entran a participar, no a ganar las copas.

“Los clubes argentinos se las ingenian siempre para tener equipos competitivos, son los que más jugadores exportan, pero los reemplazan con los mejorcitos de los países vecinos. Racing tiene tres colombianos, dos uruguayos… Y siempre hay chilenos, paraguayos, peruanos”, agrega el excelente colega Marino Millán, de la misma cadena bogotana.

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Convincente y contundente, fue tan rotundo lo de Racing que dejó la impresión de que si jugaba la Libertadores también peleaba el título. Y que tranquilamente podría vencer a Atlético Mineiro o Botafogo, finalistas de la Copa grande. Racing incluso puede hacer doblete ganando el campeonato argentino. Está muy cerca del puntero, Vélez.

La 23ª. edición de la Copa Sudamericana redondeó un concepto atractivo, con 392 goles, a una media de 2,48 por juego. Gustó.

Racing ganó 8.775.000 dólares en premios de la Conmebol por esta Sudamericana que va creciendo. A ello deben sumarse los ingresos colaterales. Seis partidos de local, que en cancha de Racing (tiene capacidad para 55.000 personas y pagan todos) deben oscilar en 5 millones más. La clasificación a la Recopa implica otros 1,5 millones, y a la Libertadores 2025 unos cuatro más. Eso sin contar los patrocinios, el mercadeo, los nuevos socios, y otras hierbas como la cotización en alza del plantel. Si se tienen que ir, que dejen algo interesante. En Argentina, la masa societaria de los clubes es similar a la de Alemania, son cientos de miles y pagan su cuota mensual. De modo que los éxitos internacionales significan reconocimiento, prestigio, mucho dinero y, sobre todo, crecimiento.

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Los triunfos internacionales, además, refuerzan lo nacional porque dan un cupo más, del que se beneficia otro club, y elevan su campeonato en el ranking de ligas, con lo que se puede pedir mayor retribución a patrocinadores y televisoras.

En el caso de Racing hay un elemento resaltante: mostrarle al continente su popularidad y la conmovedora adhesión de su público. La Guardia Imperial brilló en La Nueva Olla, la casa de Cerro Porteño, pero otra impresionante multitud siguió el juego en el Presidente Perón, en Avellaneda, y al retorno de los campeones miles y miles esperaron en el Obelisco. No era Argentina campeón del mundo, era Racing nomás.

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