El fútbol, como gran espectáculo de la sociedad, es un fenómeno que se puede analizar e interpretar, también desde la óptica psicológica. El público que en un contexto futbolístico se conoce como la hinchada, el cual es juez y parte, es el gran destinatario del esfuerzo.

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Es claro, que el hincha ejerce un rol totalmente pasional, exclusivamente para el sólo existe una razón dentro de un partido de fútbol, las alegrías y las frustraciones que despiertan aquellos 11 gladiadores que salen a la batalla futbolera representando los colores de su divisa del alma.

Es importante diferenciar los conceptos de hinchas y de barras bravas. El primero es aquella persona que se identifica con un determinado equipo de fútbol y lo acompaña tanto afuera como dentro del estadio, caracterizado por la alegría, la responsabilidad y el respeto por los demás.

Podemos considerar que el origen del hincha de fútbol proviene de la subcultura juvenil netamente europea de amplio espectro. El ámbito geográfico que relaciona a este contexto es fundamentalmente la Gran Bretaña, la cual se ha encargado de exportar a otros países aspectos culturales durante más de treinta años. Los hooligans constituyen un movimiento subcultural que se ha estructurado en torno a los mismos factores que el resto de subculturas juveniles, como lo son, generación, género, territorio, estilo, entre otros, y que participa también de distintos elementos de la  “cultura del hincha”.

Mientras que el término de barra brava se emplea para designar aquellos grupos organizados y con diferentes grados de profesionalización de la hinchada de un club, una masa amorfa y cambiante, y que cumplen varias funciones institucionales. Este grupo de personas, también llamadas el núcleo de la hinchada, se identifican con la utilización de banderas, denominadas trapos, con los colores del club, los cuales tienen el carácter sagrado que en los clanes tiene el tótem y diversos instrumentos musicales, particularmente los bombos. Estas barras también se caracterizan por ubicarse en las tribunas populares, aquellas que frecuentemente carecen de asientos y donde los espectadores deben ver el partido de pie.

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Bajo estas definiciones que hemos venido revisando; el hincha de fútbol lo podemos ubicar en tres categorías:

  1. Apoya a su equipo y entiende la esencia del juego.
  1. Seguidor del equipo pero no conoce en su totalidad el juego.
  1. El barrista, el cual tiene más una afinidad con su propia hinchada que por el equipo como tal. En términos coloquiales, lo podemos calificar  como hinchas de la hinchada

Al hablar del hincha, ya de entrada sabemos que vamos a entablar una relación con una persona que es totalmente subjetiva, y que siempre va actuar y pensar, buscando el beneficio para su equipo. Un ejemplo para ratificar esta afirmación, la podemos encontrar en el libro, El Fútbol a Sol y Sombra de Eduardo Galeano. “Rara vez el hincha dice, hoy juega mi club. Más  bien dice, hoy jugamos nosotros”.

Y aterrizando, la problemática de las barras bravas en Colombia, esta día a día aparece en los medios de comunicación y en todas las redes sociales. Parece que la violencia en el fútbol, se hubiera convertido en una sección informativa o en algo que se vuelve costumbre del ser humano y de la sociedad contemporánea.

El fútbol está por encima de la violencia y de los intereses extorsivos y mafiosos de los delincuentes que lo rodean; porque si vemos al fútbol con otros ojos, podemos encontrar la mejor manifestación de cultura. Por eso un verdadero hincha de fútbol, al tener este apelativo, esto significa algo muy especial, el cual hace parte de su vida cotidiana y va estar muy ligado al entorno y al desarrollo de la sociedad de la cual hace parte.